Ella me quería solo los días pares y yo a ella los días impares. Era imposible que nos pusiéramos de acuerdo. Si no coincidíamos en esto, no coincidíamos en nada. Ella quería dar vueltas al mundo y yo quería dar vueltas encima de ella. Ella quería creer que escribir es una meta y no podía, y yo creía que escribirla era ganar todas las carreras. Que después todas las copas sabían a ella y tuve que cambiarle cada cuerda a la guitarra porque sonaban a que no estaba. Que al principio, claro que nos dormíamos pensando que nos estábamos equivocando y que queríamos seguir equivocándonos el uno con el otro. Pero el amor no hace puentes tan largos, de los que se crean esperándonos un poco más a diario. Pienso que las noches eran mejor compartidas, aunque fueran a medias y mal; lo creo cuando la echo de menos, y en eso ya estoy mejorando, ya solo me pasa cuando me quedo solo.
Pero, si me permites la cercanía, aún ahora, si salgo de noche, quiero encontrarme contigo para decirte que eres la más guapa, aunque no lo seas. Y es que al final eres tú, siempre has sido tú. Pero llega un momento en el que ya no puedes ser tú y tengo que ser yo...
Cuando las cosas llevan mucho tiempo saliendo mal y empiezan a salir bien hasta te crees que no te lo mereces y a veces, para salir adelante, solo necesitas que una sola persona comience a confiar en ti: Tú mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario