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Contador*

viernes, 20 de diciembre de 2013

Contuvo el aliento, se quedo quieto unos instantes y luego, muy suavemente, me beso el cuello siguiendo la línea de la mandíbula. Me volví entre sus brazos para besarle sus labios. Su reticencia a dejarse llevar me encantaba y me enloquecía al mismo tiempo.

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