Ella,
que iba sonriendo cuando a los demás
les dolía el alma;
que besaba las manos de los que
las tenían llenas de decepción
y cansancio;
que desinfectaba las heridas
que la vida infligía en sus mentes
con palabras destiladas al 98%
(y con un poco de vodka, también).
Ella,
que no tenía
otra cosa que hacer (o eso parecía)
que escuchar las vicisitudes y, a veces,
(tenía que reconocerlo)
veleidades mundanas e insignificantes
(que le importaban una mierda)
de los seres que la rodeaban,
que devolvía claridad a las miradas
hacia el futuro
y cosía corazones rotos
por recuerdos del pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario