Luego duermes y yo pienso que tal vez sólo sea posible el amor cuando no lo retienes como a un preso porque siempre querrá escapar.
Quizá deberíamos aceptar la posibilidad de la caducidad del paraíso, tolerar la intermitencia de la felicidad, no meternos más en la boca la palabra porvenir y agradecer que estás aquí, ahora.
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