Está muy mal quedarme implorando
por miedo a soltar. Malísimo,
arrodillarnos en lo absurdo y acabar
nuestra vida por no tener coraje
de superar la tristeza.
¡Se trata de valentía! Lamento si no la tienes,
y te tapas con la cobija de la lastima
y te quedas en el fracaso
de pedir que te quieran
porque todavía no logras quererte tú.
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